No me mires, los ojos pueden engañar; siénteme.
domingo, 15 de diciembre de 2013
sábado, 7 de diciembre de 2013
Incendios
Siento como el fuego me consume desde dentro; parecía que se había calmado, creí poder controlarlo, pero no tuve en cuenta que nunca podría apagar esa llama solo con quererlo. Hasta las cenizas habían prendido, y consumían lo poco que quedaba de mí. El corazón se resiste, o bueno, lo que queda de él. Ya demasiado roto y remendado, apenas puede latir; no quiere irse de este barco, quiere hundirse con él, como buen capitán. Pero, supongo que también es consciente de que me estoy dejando morir, de que no estoy haciendo nada por apagar este incendio que empieza en mis entrañas y recorre cada poro de esta demacrada piel. Lo único que quise salvar fueron las alas y me las corté; que nada ni nadie podría romper mis sueños; mis últimas fuerzas las usé en salvar lo que más me importaba y lo demás podía arder... Tardé un rato en consumirme, las lágrimas se marchitaron y los besos también. Solo quedaron los huesos y las cenizas de una muerta en vida que ahora tenía que levantarse. Me giré en busca de mis alas, estaban intactas, sus plumas seguían como nuevas, como el primer día que las soñé, pero su brillo se estaba apagando. Alargué la mano, que ahora eran simples huesos, y acaricié las ensangrentadas alas. Noté como ellas reaccionaban a mi tacto recuperando su luz. El pulso en ellas no se había apagado; seguían latiendo, desprendían el calor que yo necesitaba, así que arrastré mis congelados huesos hasta ellas y me acurruqué entre sus pequeñas plumas. Allí dormí durante mucho tiempo, esperando, soñando, estancada en un tiempo que no era el que debía vivir. Pero desperté y mis alas se estaban muriendo; sentía ganas de llorar, no sabía qué hacer, pero un esqueleto no puede crear lágrimas. Traté de levantarme, quise pedir ayuda, quería gritar; pero ni tenía fuerzas ni aliento. Me había dejado morir, como si mi vida no me importara, como si mis sueños pudieran cumplirse sin mí. Maldita ingenua... cómo podías haber sido tan tonta, cómo abandonaste tu sueño, cómo pudiste dejar que se consumiera lo poco que te quedaba de un herido y remendado corazón; acaso no sabías que un corazón intacto no es real, que hay que sentir y hacerse daño para aprender, que eso es lo que nos da la vida. El viento agitaba las plumas ya medio muertas; las alas se estaban volviendo frías, la muerte ya había aparecido en ellas y las devoraba poco a poco... pero, entonces un fuego se prendió en ellas, en mí. Volvía a tener las alas, podía moverlas, podía volar, sentía los latidos de mi pequeño corazón luchando por sobrevivir, notaba los volcanes de los poros de mi piel. La vida estaba ahí, me había quedado inconsciente durante un rato; lo suficiente como para darme cuenta de qué sería lo que pasaría si no lucho por apagar este fuego que me consume. Me tranquilicé, y las lágrimas empezaron a brotar apagando el incendio que yo misma había provocado. Y ahora sí, grité, grité que nada ni nadie podría separarme de mis sueños, ni siquiera yo.
El despertar
Shhh, no digas nada. Prometo que hoy la voz no me temblará; que diré las cosas claras, no daré rodeos. Solo escúchame y siente...
Sabes de sobra que aquel día bastó para que mis ojos no pudieran olvidar los tuyos. Que a partir de entonces, fuiste quien inspiraba cada palabra, cada pincelada, cada trazo. Sonreía con solo pensar en ti y las piernas me temblaban demasiado si te acercabas. Pero ya ha pasado el tiempo suficiente para entender, para abrir los ojos, para comprender que no es el momento, ni el lugar; que no debo esperar.
Debo mirar hacia delante y no vivir más estancada en ese pasado que no volverá. Las oportunidades ya pasaron y quizá solo fueron espejismos, pero yo dormía en aquellos sueños hechos de cristal que acabaron por romperse para hacerme caer.
Y ahora desperté, lo veo todo claro, sé que tu camino y el mío están lejos, que debo avanzar y me alegraré de saber que te va bien, te abrazaré igual que la primera vez, seguiré deseando tus labios, pero esta vez, sabiendo que hay otros...
Quizá en un futuro, nuestros caminos se junten, y entonces yo ya habré crecido lo suficiente como para poder entender que sí, que sí es el momento y el lugar.
domingo, 15 de septiembre de 2013
Antimusa
Te descubría recitando versos que componías en tus noches de soledad e inspiración; me dejaba llevar por aquellas palabras que pronunciabas de forma tan sugerente y no podía evitar imaginarme siendo tu musa.
Llegaría para recoger cada lamento, para curar cada herida, para hacerte sonreír aunque solo fuera un instante. Tus ojos gritan tu tristeza y yo siento que me derrumbo. Demasiado sensibles en un mundo tan cruel.
Escucho cada palabra; logro sentir tus latidos. Sé que no soy tu musa, yo soy más de tener que encontrar la mía y crear. Vuelven a mi cabeza esos pensamientos; te habría dejado recorrer mi espalda a besos. Habría devorado cada centímetro de tu cuello. Nos habríamos estremecido con cada abrazo; me apretarías contra tu pecho para hacerme sentir mejor, y sé que estás tan roto como yo. Te regalaría historias de mundos increíbles si me dejaras, pintaría un nuevo mundo...
Una vez más me dejo llevar, nunca quise atarme al suelo ni que me ataran; volar era demasiado bonito. Sé de sobra que caer era el precio a pagar. Y quizá caerme de tu sonrisa era mi pesadilla, pero ahora soñaba en tu mirada y no necesitaba nada más. Si me dejaras dormir acurrucada en tu pecho, te prestaría mis alas como almohada; mis plumas quieren acariciarte.
Seguía soñando... pensando que besarte era el paraíso; que tú podías hacerme tan libre como yo a ti.
Llegaría para recoger cada lamento, para curar cada herida, para hacerte sonreír aunque solo fuera un instante. Tus ojos gritan tu tristeza y yo siento que me derrumbo. Demasiado sensibles en un mundo tan cruel.
Escucho cada palabra; logro sentir tus latidos. Sé que no soy tu musa, yo soy más de tener que encontrar la mía y crear. Vuelven a mi cabeza esos pensamientos; te habría dejado recorrer mi espalda a besos. Habría devorado cada centímetro de tu cuello. Nos habríamos estremecido con cada abrazo; me apretarías contra tu pecho para hacerme sentir mejor, y sé que estás tan roto como yo. Te regalaría historias de mundos increíbles si me dejaras, pintaría un nuevo mundo...
Una vez más me dejo llevar, nunca quise atarme al suelo ni que me ataran; volar era demasiado bonito. Sé de sobra que caer era el precio a pagar. Y quizá caerme de tu sonrisa era mi pesadilla, pero ahora soñaba en tu mirada y no necesitaba nada más. Si me dejaras dormir acurrucada en tu pecho, te prestaría mis alas como almohada; mis plumas quieren acariciarte.
Seguía soñando... pensando que besarte era el paraíso; que tú podías hacerme tan libre como yo a ti.
martes, 3 de septiembre de 2013
Castillos en el aire
Volví a crear esos castillos en el aire,
hechos de arena que se llevó el viento.
Una vez más volvieron a derribarse,
dejando cenizas y plumas en sus ruinas.
Contemplé su caída en silencio,
mientras yo también me deshacía.
Tratando de contener las lágrimas
como queriendo ocultarlo sin éxito.
Y me quedé tumbada en el asfalto,
tratando de luchar por respirar;
ahogándome con mi lluvia interna,
con los incendios apagados...
Volvieron a mi mente palabras disecadas
y gestos que se habían congelado.
El hielo se convirtió en fuego
o al revés; ya no sé...
o al revés; ya no sé...
Que siempre es menos de lo que se espera
y esta vez no iba a ser menos, claro.
Lo comprendí tarde o quizá debía ser así;
mi caída era mi maestro y yo debía aprender.
y esta vez no iba a ser menos, claro.
Lo comprendí tarde o quizá debía ser así;
mi caída era mi maestro y yo debía aprender.
sábado, 20 de julio de 2013
Mil y una grulla...
¿Sabes?, yo siempre tuve un sueño. Desde que era muy muy pequeña me encantaba dibujar y lo hacía todo el tiempo. Mis padres, al ver que de verdad me apasionaba, decidieron apuntarme a clases de pintura con ocho añitos, y así aprendí a pintar al óleo. Era complicado, al principio no se me daba demasiado bien; a mis pequeñas manos les costaba demasiado sujetar el pincel y el olor a aguarrás era muy fuerte para mí. Pero nada de eso importaba, luché por ser capaz de hacer un cuadro yo solita y acabé lográndolo. Ese día me sentí genial; estaba emocionada, y sin apenas darme cuenta mis manos ya habían crecido y el olor a aguarrás me parecía uno de los olores más especiales en mi vida. Mi mundo era de colores, de los más bonitos que puedas imaginar, de colores incluso que no se habían inventado. Y era así porque tenía un sueño por el que luchar. Es el amor de mi vida, sí, el amor que le tengo es el más grande porque sé que mi sueño me acompañará allí donde vaya y nunca me abandonará. Él me da fuerzas cuando siento que no puedo más, por él intento superarme día a día; es increíble. Yo sé que eso de ser artista es muy complicado, pero es mi sueño y pienso luchar aunque parezca todo perdido, él me ha dado tanto que lo mínimo que puedo hacer es esforzarme porque se vuelva mi realidad. Nunca dejaría que muriera, porque él me ha dado la vida. El arte es mi vida.
Pequeña, y si te digo todo esto es porque tú también tendrás un sueño tarde o temprano. Será fantástico, ya verás. Puede que a veces, sientas que nada te sale bien, pero no debes dejar nunca de intentarlo. Esfuérzate siempre y sonríe mientras luchas por cumplirlo. Pero para eso aún falta un poco pequeña, lo que pasa es que te vi el otro día y me quedé sin habla. Allí estabas, dormidita, soñando con mundos increíbles; debían serlo porque sonreías. Ay, me emocionó bastante verte después de tanto tiempo esperándote.
Recordé aquellas grullas que tus padres me enseñaron a hacer; tengo algunas colgadas por mi cuarto; preparadas para volar. Es fácil, ya verás, da un poco de vértigo al principio pero es genial. Nunca dejes de volar por el miedo a la caída, caerse no es tan malo. De cada caída se aprende, lo malo es no levantarse y volver a alzar el vuelo. Vivir pegadita al suelo siempre y con miedo, no es vida. Además, los sueños están muy muy alto, te va a tocar volar hasta el tuyo para cumplirlo. Te deseo con todo mi corazón que lo cumplas y que seas muy feliz en esta vida que acabas de comenzar, la tuya.
Principita, viaja por todos los planetas que sean necesarios; y vuela. Haz lo que sientas y recuerda que da igual cuantas veces intentes cumplir tu sueño; de cada mil grullas, una será la que cumplirá tu deseo.
Pequeña, y si te digo todo esto es porque tú también tendrás un sueño tarde o temprano. Será fantástico, ya verás. Puede que a veces, sientas que nada te sale bien, pero no debes dejar nunca de intentarlo. Esfuérzate siempre y sonríe mientras luchas por cumplirlo. Pero para eso aún falta un poco pequeña, lo que pasa es que te vi el otro día y me quedé sin habla. Allí estabas, dormidita, soñando con mundos increíbles; debían serlo porque sonreías. Ay, me emocionó bastante verte después de tanto tiempo esperándote.
Recordé aquellas grullas que tus padres me enseñaron a hacer; tengo algunas colgadas por mi cuarto; preparadas para volar. Es fácil, ya verás, da un poco de vértigo al principio pero es genial. Nunca dejes de volar por el miedo a la caída, caerse no es tan malo. De cada caída se aprende, lo malo es no levantarse y volver a alzar el vuelo. Vivir pegadita al suelo siempre y con miedo, no es vida. Además, los sueños están muy muy alto, te va a tocar volar hasta el tuyo para cumplirlo. Te deseo con todo mi corazón que lo cumplas y que seas muy feliz en esta vida que acabas de comenzar, la tuya.
Principita, viaja por todos los planetas que sean necesarios; y vuela. Haz lo que sientas y recuerda que da igual cuantas veces intentes cumplir tu sueño; de cada mil grullas, una será la que cumplirá tu deseo.
sábado, 13 de julio de 2013
Su piel...
Le esperé aquel día. Sí, con aquella camiseta que tanto le
gusta. Puse algo de música y me tumbé en el sofá. Hacía demasiado calor así que
abrí una ventana. Aún era temprano.
De repente, llamaron a la puerta. Era él; le gustaba
pillarme de improviso. No pude evitar sonreír al verle allí todo despeinado y
cansado por la carrera que se había pegado hasta mi casa. Le sorprendí ahora yo
con un abrazo antes de que recuperara el aliento; al darse cuenta, me estrechó
entre sus brazos y me levantó un poco del suelo ( aunque eso también lo consigue
sin tocarme...). Le invité a pasar con un gesto y me sonrió.
Hablamos un poco de todo y de nada. Su mirada... ay, que
pierdo la cabeza por esos ojos y más si me miran fijamente. Pero yo ya no podía
más, y aproveché un momento de silencio para aparecer sentada en sus rodillas
mirándole a los ojos para bajar la mirada a sus labios, esos que tanto me
gustan y más si dicen mi nombre. Me miró como agradeciendo que hubiera hecho
eso y me besó. Me levantó por los muslos abrazada a su cuello y desaparecimos.
No teníamos prisa, que la magia surgiera y lo demás ya lo improvisaríamos...
Va, a quién pretendo engañar. Me quedé allí sola,
cantando aquella vieja canción. No iba a venir y tampoco habíamos quedado. Me
falta valor y sobre todo para decirle que... "Su piel, que me corro si me
roza su piel, ay ay..."
viernes, 12 de julio de 2013
Llaman a la puerta otra vez
Llegaste sin avisar, como haces siempre. Te gusta
demasiado verme en un aprieto, y más si lo causas tú. Joder, me encantaba que
te colaras en mi vida y a ti mi sonrisa nerviosa.
jueves, 2 de mayo de 2013
I know you were trouble
Seguí creyéndome lo falso de tus palabras y sonriendo
cada vez que te dignabas a tirarme algún hueso ya roído para que me
entretuviera un rato. Joder, y llegué a amar esos momentos con toda mi alma.
Necesitaba que me dieras esas limosnas de amor que me hacían cada vez más
dependiente de tus palabras; te convertiste en la droga más peligrosa y lo peor
es que cuanto más lejos te siento, más te necesito…
miércoles, 1 de mayo de 2013
Gritos del subconsciente
Después de tanto tiempo
callada, después de oír y soportar lo que no me merecía me toca gritar. ¿Por
qué cojones voy a aguantar más mierda? Ni quiero, ni puedo. Es sencillo. Pero
supongo que me era mucho más fácil guardarme todo dentro, sin hablar, sin
quejarme; y todo por no herir y nadie. ¿Y yo? ¿A quién se le ha ocurrido pensar
en mí? A nadie… para qué martirizarme, es más, para qué pensar que alguien ha
pensado, aunque solo sea un momento en cómo me pudiera sentir yo. No, no, mal.
De nuevo, nadie. Y eso es lo que realmente me jode. Que es muy fácil pedir
perdón, lo distinto es que se sienta. Lo fácil es querer que yo quede como la
mala, y como la que se hace la puñetera víctima cuando no soy yo la que hace
ese papel. Cuando yo asumo y analizo, y
si me quejo se me juzga y crucifica. Y así estamos, con la boca cerrada.
Con el grito ahogado, pero supongo que eso ya es algo normal. Hasta que explote...
Real girl
Y es
que probablemente buscabas
lo que
en mí no podrías encontrar.
Seguro
que soñabas con una chica segura,
guapa,
bien arreglada y maquillada.
Puede
que buscaras ese espejismo
y puede
que yo fuera un puñetazo de realidad.
Sin grandes
curvas, ni peinados elaborados;
el maquillaje
tampoco es mi punto fuerte.
A
cambio te ofrezco cicatrices y noches de llanto,
inseguridades
y miedos a montones;
sin olvidarnos
de una dosis de locura importante.
Eso no
podía faltar de ninguna manera.
Como
es normal, pienso que es poca cosa,
pero
no voy a mentirte, estarías mejor con cualquiera.
Cualquiera
que no sea yo, porque lo que tengo es eso…
...realidad.
domingo, 28 de abril de 2013
La magia es tuya
Me llevaste a lugares en los
que nunca creí que estaría. Y no te hizo falta estar junto a mí para
lograrlo...
domingo, 24 de marzo de 2013
And after all, you're my Wonderwall
Decidí escaparme lo más
lejos que habría llegado. A más de 600 kilómetros seguro que todo sería
diferente. Podría huir de mis propios demonios y sentirme mejor. Con este
pensamiento subí al coche helado, bien abrigada. La maleta para dos noches
estaba cargada de libros, libretas y estuches llenos de lápices de colores. Quizá
encontrara la inspiración perdida, debía estar preparada. Esa semana había
sentido ganas de llorar, pero las ahogué con sonrisas a medias y la idea de
escaparme. Eso bastó…
Era demasiado temprano. Cogí
mi mp4; algo de música sería mejor que oír como las ruedas devoraban la
carretera durante seis interminables horas. Me recosté un poco en el asiento y
giré la cabeza para ver el paisaje por la ventanilla. No tenía ni idea de por
dónde se iba a Ávila, pero mis padres parecían tranquilos; ellos sabían llegar,
y por si acaso mi padre había pedido prestado su GPS a mi tío.
Poco a poco, el paisaje se
iba transformando. Dejé de ver los matorrales y las secas tierras de Almería,
para comenzar a ver la nieve de Sierra Nevada. Estaba tan cerca de ese manto
blanco. Recordé aquel viaje en sexto de primaria cuando nos llevaron a esquiar.
Se dibujó una sonrisa en mi rostro; a veces, me gustaría volver a ser una cría
y que mis preocupaciones no fueran otras que inventar algún juego nuevo cada
día… Y lo peor es que sé de sobra que si estoy mal, es porque no soy capaz de
pensar con claridad las cosas. Esta semana no. Estoy demasiado cansada.
Me quité los cascos con las
orejas doloridas. Mis padres también llevaban música y lo cierto es que tienen
buen gusto. Miré por la ventanilla una vez más, me había quedado dormida y ya
no sabía dónde nos encontrábamos. Una carretera solitaria en un llano nos llevaba
a nuestro destino. El sol brillaba con fuerza y el verde de la vegetación se
convirtió en un tono casi amarillento. Aquel paisaje parecía de película; empecé
a sentirme extraña. Mi pulso empezó a acelerarse. Y en ese momento comenzó a
sonar la canción que se convertiría en la banda sonora de mi viaje. Oasis
inundó el coche con su Wonderwall y mis labios empezaron a susurrar la canción casi
como si fuera una plegaria: “…there are many things that I would like to say to
you, but I don't know how; because maybe, you're gonna be the one that saves
me. And after all, you're my wonderwall…” Al terminar la melodía, cerré los
ojos con fuerza y me mordí el labio inferior. Apenas pude reprimir una lágrima,
pero respiré a todo lo que daban mis pulmones y solté el aire en un suspiro. Ya
quedaba menos para estar lo más lejos que había llegado desde que tenía uso de
razón de lo que me estaba matando.
El sol ya empezaba a
ocultarse por el horizonte. Nos perdimos un poco para encontrar el hotel, pero
al final dejamos nuestras cosas y nos dimos una vuelta por la ciudad sobre la
que ya caía un manto negro estrellado. Recordé entonces las palabras de un
viejo amigo mío que siempre decía que cuando no sabías que hacer, era muy
recomendable mirar un rato a las estrellas y ellas te abrirían los ojos para
que pudieras ver lo que realmente sentía tu corazón. Tal vez ellas serían
capaces de ayudarme, así que entre vistazo y vistazo a las antiquísimas
construcciones de la ciudad echaba alguna que otra mirada desesperada al cielo.
Por si encontraba lo que venía buscando.
El frío intentaba apoderarse
de mis pasos. Pero me vino bien dejar atrás el calor sofocante del coche con la
calefacción a tope; fue una liberación salir de allí para respirar y estirar
las piernas. No hubiera soportado quedarme en el hotel encerrada. Necesitaba pisar
aquella ciudad de piedra rodeada por murallas que parecían protegerla del
exterior.
Un encanto especial envolvía
aquel lugar. Casi parecía un pueblo fantasma. Apenas había gente por las
calles. Incluso hubo veces que nos encontramos solos por las frías calles. Por
suerte la lluvia y la nieve nos dieron tregua. Entre la oscuridad podían distinguirse
ahora las farolas que se esforzaban por iluminar nuestro camino. No pude evitar
mirarlas embelesada. Ellas nos guiaron
hasta que decidimos irnos a descansar. Ya era bastante tarde.
El hotel estaba justo
enfrente de la ciudad, en una especia de colina. Las vistas eran
impresionantes. Se veían las murallas, protectoras en otra época de la ciudad,
la catedral y la multitud de iglesias que estaban distribuidas por cada rincón.
También podía distinguirse un monumento muy cercano que daba nombre al hotel:
los cuatro postes. Unas columnas que creaban unas especie de altar en el que
estaba situada una cruz enorme. Todo me parecía tan diferente. Hasta había una
reproducción de la Victoria alada de Samotracia a las puertas del hotel, y dentro,
otra de la Venus de Milo enfrente del comedor al que nos aproximamos para
cenar.
Ya estaba bien entrada la
medianoche. Mi madre veía la tele mientras daba cabezadas y mi padre ya se
había quedado dormido hacía ya un rato. La luz de la lamparita de noche era lo
suficientemente fuerte como para alumbrar el trabajo que estaba llevando a
cabo. Desde hacía unos días, hacía estrellitas de papel y me esmeraba para que
salieran bien. Eso me hacía dejar de pensar y, realmente, también me
tranquilizaba. Quizá por eso, esa semana no había podido dejar de realizarlas,
aunque las había regalado. Ver la cara de ilusión de la gente a las que se las
entregaba me hacía sentir un poco mejor. Ahora mismo llevaba la mitad de un
pequeño tarro llena. Los párpados me pesaban, pero no quería verme en la
oscuridad pensando otra vez demasiado. Finalmente, cedí a las peticiones que
mis ojos me hacían. No podían mantenerlos abiertos, y para evitar la
reflexiones que se habían hecho mortales, me puse los cascos hasta que decidí
que ya no me quedaban fuerzas ni para pensar y acabé durmiéndome.
A la mañana siguiente, mi
padre tenía la reunión por la cual estábamos tan lejos de casa. Amé a la Federación
Española de Pesca con todo mi corazón, por reunirse tan lejos de mi hogar desde
que mi padre planteo la idea de que le acompañásemos. Había visto cosas que
ignoraba por completo que existieran y además esa mañana, después de desayunar veríamos
a mis tíos de Segovia y daríamos un paseo por la ciudad. Sería el momento
perfecto para hacer algunas fotografías ya que de la noche anterior me había
sido casi imposible sentir la magia que emanaba de la cámara.
La experiencia de mi tío en la
fotografía me sería de gran ayuda para abrir más puertas en este mundo que desde
hacía solo un par de meses se me había presentado sin avisar. Atendí con
interés a cada consejo y recomendación. Me fue de gran ayuda conversar con él y
tener toda la mañana para probar las cosas que ahora sabía. Recorrimos toda la
ciudad, monumentos, iglesias y museos incluidos. Hasta que llegó la hora de
almorzar. Paramos en un restaurante que servía comida típica de Ávila y lo
cierto es que acabamos muy satisfechos.
Pero llegó el momento de la
despedida. Vi como en el rostro de mi madre y en el de mi tía se adivinaba la
tristeza. No pudieron contener alguna que otra lágrima al despedirse, después
de todo son primas y antes se veían mucho más que ahora. Abracé a mis tíos con
fuerza y también me llené de melancolía recordando los veranos de mi infancia
en los que la familia de fuera venía y dábamos largos paseos por Almería. Los
días de playa con todos ellos siempre estarían presentes y aunque pasara mucho
tiempo hasta que volviéramos a verlos, no solo a ellos sino también a los que
viven en Barcelona, se me dibujó una pequeña sonrisa al imaginar nuevos
encuentros. Nos subimos en el coche después de cargar las maletas y nos
dirigimos a casa.
El cansancio era evidente en
mi rostro y en mis movimientos. Pero mis ojos se empeñaban en no perder ni un
solo detalle de la ciudad que nos había acogido mientras desaparecía con la
distancia en el horizonte. Aquel atardecer, el sol desapareció con sus
murallas.
Cuando pasamos junto a
Madrid. Me quedé embobada mirando los edificios. Había oído hablar tan bien de
ella. Dejé caer mi deseo de visitarla y el sueño se apoderó de mí. Cuando desperté
apenas unos pocos kilómetros nos separaban de casa. Me percaté de un dolor de
espalda inaguantable. Tantas horas allí sentada empezaban a notarse.
Al llegar a casa, puse de
nuevo la canción del viaje. Wonderwall volvió a resonar en mi mente al tiempo
que mi corazón se aceleraba. Comprendí que no podía escapar de lo que sentía
largándome lo más lejos que pudiera. Era necesario perderme para encontrarme, y
eso fue lo que realmente pasó. Estallé en llantos antes de recordar la
recomendación que mi amigo siempre me hacía y que en este viaje no había
cumplido del todo. Mirar las estrellas de papel no era observar el cielo y
tampoco mirarlo de refilón era prestarle atención. Así que entre lágrimas y con
los ojos hinchados me asomé por la ventana de la habitación y apoyada sobre el
marco noté como empezaba a sentirme consolada. Dejé de llorar al entender lo
que, realmente, mi corazón quería y era que lo dejara sentir, y permitiera que
los sentimientos fluyeran como lo hacían antes… La inspiración había vuelto.
viernes, 22 de marzo de 2013
Chiaroscuro
Me vuelvo a descubrir pensando demasiado en ti. Con la mirada
perdida y los labios ásperos. Miro por la ventana y cierro los ojos al notar el
calor que desprenden los pequeño rayos de sol que logran entrar. Abro la
ventana; necesito respirar. Salgo de la cama de un salto y con los pies
descalzos camino hasta la terraza. Quiero sentir como se aproxima la primavera.
El aire trae olor a sal. Como me gustaría tumbarme en la arena de la playa
ahora mismo. Como me gustaría que te tumbaras conmigo… De nuevo, no puedo
evitar toparme contigo de frente. Trato de seguir pensando sin que te cueles y
me robes una sonrisa aunque estés a kilómetros de mí.
El viento aprieta, aprovecho para cerrar los ojos mientras
el viento se encarga de alborotarme el pelo y agitar mi pijama. Siento ganas de
gritar. Pero, la brisa vuelve como tratando de calmarme. No puedo negarme lo
que hay dentro de mí. Me apoyo contra la barandilla y dejo caer la cabeza hacia
atrás tratando de liberar tensiones. Las nubes avanzan a un ritmo acelerado y la
verdad es que me iría con ellas de muy buena gana. Las plantas están húmedas.
Supongo que dentro de nada las flores comenzarán a asomarse tímidamente.
Imagino sus colores, sus olores, su tacto. Decido sentarme allí y acariciar las
minúsculas hojas con las puntas de los dedos. El sol brilla con fuerza y las
nubes han desaparecido. Esta vez la luz no es artificial y eso me alegra.
Empiezo a recordarte de nuevo, a recordar mi nombre
nadando en tu voz. Ahogándose sin remedio a causa del miedo. Me levanto del suelo y salgo de la terraza, entro en casa despacio. La luz empieza a
buscarme por los huecos y logra encontrarme. Me abraza con fuerza para que no
me sienta sola, besa mi piel con delicadeza y devuelve el brillo a mis ojos. Pongo
música y decido escribirte. Lo triste es que no tengo la valentía para decirte
que todo esto va por ti. Que quien hace que la luz sea más brillante eres tú. Me salvas de la oscuridad. Pero no encuentro las palabras una vez más, así que decido que es hora de
buscar la inspiración; de nuevo te presentas ante mí. Y suele pasar que, a
veces, los textos se quedan a medias…
domingo, 10 de marzo de 2013
Paperkiss
Mandé mi última esperanza con el viento. Y vi como mis
oportunidades se desvanecían. Lo que no sabía era que el amor no está hecho de posibilidades
sino de magia. Ese beso enviado por aire llego a ti y tú te plantaste frente a
mí. Ahora eres tú quien me debe un beso.
lunes, 4 de marzo de 2013
La locura tiene alas
Camino bajo esa cortina infinita disfrutando cada paso como
una explosión de sensaciones, descubriendo los diferentes mundos a los que mi
mente es capaz de viajar con cada gota que cae sobre mí. Llegan entonces los
escalofríos por la espalda; es el momento. Estoy lista. Las alas están limpias
de nuevo y la ropa empieza a sobrar una vez más.
Necesito tocar las nubes con la punta de los dedos, incluso
tumbarme en ellas y sentir como la brisa me acaricia. Sé el peligro que
conlleva el volar demasiado alto. No me queda ninguna duda sobre que las caídas
hacen daño y tampoco me es nuevo que con algunas te haces tanto daño que las
alas se quedan destrozadas. Hay caídas que matan. Pero no me apetece pensar en
el dolor. Hoy no. Voy a disfrutar del placer de despeinarme mientras bailo con
las pequeñas gotas de agua que bañan cada centímetro de mi piel. Quiero caminar
descalza por la ciudad mientras salto en cada charco para empaparme un poco
más. Quiero tumbarme sobre el asfalto y notar en la espalda desnuda el frío
mientras miro como las enormes nubes grises descargan su llanto sobre mí.
Que me llamen loca si quieren; pero yo juego con los días
de lluvia y nos enamoramos como dos críos que acaban dándose un beso en los
labios. Torpe, sí, pero el más dulce de todos…
domingo, 3 de marzo de 2013
Muerta en vida
¿Cuánto dolor más podré aguantar hasta que, por fin,
caiga? Mientras solo duela, todo irá bien… Me repito esa frase una y otra vez, en
forma de susurro. Prefiero consolarme con eso a pensar que ya estoy muerta.
martes, 26 de febrero de 2013
Mil y una vueltas
Me despierto en medio de la noche. Camino sin una
dirección y un sentido aparentes. Simplemente, necesito avanzar. Me da por
pensar en ti. Quizá ya estés dormido o puede que no… no me quiero martirizar demasiado sobre lo que haces o dejas de hacer por las noches. Está claro que la que
debería estar durmiendo soy yo. Pero aún así, no puedo. Doy mil vueltas en la
cama. Acabo mirando al techo y dando un gran suspiro: me destapo. Hace frío en
esas madrugadas solitarias; más que de costumbre. Pero me siento en el suelo y
me encojo. Apoyo la cabeza en las rodillas y cierro los ojos mientras me pierdo en mis pensamientos…
Las sombras se asoman por las puertas y ventanas, por las
escaleras o por cualquier rendija. Me observan en silencio. Decido no romper
ese fino hilo hecho de ausencia de sonido y me quedo inmóvil, sin hacer ningún ruido durante
un rato. Pero empiezo a notar demasiado el frío; sobre todo en mis pies descalzos y decido
volver a la cama. Allí vuelvo a dar mil y una vueltas.
El sueño no llega, y si llega, es para soñar despierta. De
todas formas, esta situación no me sorprende. Y la inspiración suele llegar
cuando el sueño no lo hace…
lunes, 25 de febrero de 2013
El grito mudo
Empieza de nuevo ese maldito período de tiempo; esa espera desesperante. No
puedo aguantarlo más. No me concentro en nada, ni siquiera cuando pienso en él.
Porque sí, me inspira, pero joder, me está volviendo loca. No sé qué pensar,
qué creer, qué hacer y mucho menos qué decir. Se me está haciendo cuesta arriba
esta situación.
Decidí quedarme en lo fácil, en lo más sencillo del mundo. En esperar
inmóvil desde mi alto asiento hecho de nubes densísimas. Mirando desde allí
arriba cada batir de sus alas y esperando que me regale una mirada. Da igual,
solo quiero que me mire, que me llame, que necesite que salte al vacío con él.
Que no nos importe una mierda lo que piense el mundo.
Sigo sin mover ficha en este juego que ya se me está haciendo demasiado
pesado. Los dados están en blanco para mí y no consigo avanzar; tampoco vuelvo
atrás… eso me consuela un poco.
Y me sigo empeñando en “ponerme guapa” cada vez que voy a tu encuentro.
Como si eso fuera fácil… De todas formas mi imagen me importa poco hasta que
apareces. Y eso tampoco lo entiendo. Me preparo a conciencia; que si un poco de
base, ahora me pongo tal y cual cosa. Como si eso fuera muy importante.
El caso es que si apenas me reconozco en esa maraña de dudas acerca de si
me quedaría mejor el pelo suelto o recogido, falda o pantalón, tacones o unas
bambas, en vez de preocuparme por otra clase de cosas como poder hablarte sin
necesidad de enrojecer hasta el punto de no saber dónde meterme; ¿cómo es
posible que pueda esperar que me vea tal y cómo soy?
Pero, supongo que todo eso lo hago para ocultar la inseguridad y el miedo.
El terror a caerme. A morir de nuevo. Pongo una capa de “indiferencia y
confianza” donde hay un pequeño ser asustado que ama con tal intensidad que
acaba quedándose sin fuerzas y apenas puede sostener el propio peso de su
cuerpo.
Por lo menos, aún puedo sostener el pincel en la mano…
domingo, 24 de febrero de 2013
Say my name!
Quizá alguna vez quisiste besarme tanto como yo a ti.
Puede que en algún que otro abrazo dejara de serte indiferente. Me encanta
pensar que, a lo mejor esas miradas dijeron más que cualquier palabra que
pudieras pronunciar… y eso que me encanta cuando dices mi nombre.
domingo, 17 de febrero de 2013
Cuando soñar tiene un precio
Desde pequeños nos enseñan a soñar, hasta que
llegamos a la "madurez" donde se nos está prohibido luchar por
nuestros sueños. Poco queda ya de aquel chaval que quiso ser astronauta o de
aquel otro que pensó que podría ser artista. Nada de buscar el amor; para eso
no hay tiempo. Pero no lo hay para nada. Desde que éramos unos críos vivimos
leyendo cuentos e imaginando mundos fantásticos que llegados a una edad debemos
olvidar. Se nos exige centrarnos en "no perder el tiempo" y en
"ser útiles". Si de verdad todo lo que soñamos, todo lo que queremos
de la vida son solo espejismos y fantasías infantiles: prefiero no crecer. Pero
como eso no puede ser, que me llamen loca. Yo voy a luchar para que llega un
día en el que me sienta orgullosa de no haberme fallado a mí misma, por no
seguir una corriente que solo arrastra a los que se dejan llevar; por seguir
soñando como el primer día y poder seguir haciéndolo hasta el último...
martes, 12 de febrero de 2013
"La vie en rose" solo ese día...
Otro año más llega el 14 de
Febrero. Para los más despistados: San Valentín. Sí, esa pequeña “festividad
del amor” inventada para ganar más y más dinero; pero, como todo.
Ya se ven esas caras de
ilusión expectantes ante los regalos que están por venir por parte de sus
respectivas parejas. Que si un ramo de flores, una caja de bombones, un osito
de peluche, un perfume, un libro… Reconozco que la idea del libro no está nada
mal, ni la de regalar chocolate; pero seamos sinceros: ¿es necesario esperar a
que llegue esta fecha para acordarnos de esa persona tan especial que está a
nuestro lado o que quizá queremos que lo esté pero no es así? Para eso tenemos
todo el año. En vez de regalar un ramo de rosas, regalemos besos de verdad a
diario y gestos de cariño; nada de ir rápido a todos lados y de no tener tiempo para nada. Rectifico pues
mi modesta recomendación: regalemos nuestro tiempo. Entreguémonos en cuerpo y
alma, aunque solo sea un rato a la otra persona. Decirle que la queremos como
a nadie es lo más bonito que podemos hacer; aunque de vez en cuando un regalo tampoco está nada mal, a todos nos hace ilusión.
En definitiva, que reconozco
que es muy bonito tener a alguien que se acuerde de nosotros o de encontrarte
con que alguien está enamorado de ti en una fecha en concreto, pero si
sucediera en cualquier día inesperado conseguiría salvarnos de los días grises
que parecen todos iguales. Pero en fin, yo no soy una chica a la que le guste
la rutina; supongo que habrá a quien le encante o no sepa desenvolverse sin
ella.
Y quizá pienso así porque no
tengo quien me regale ni a quien regalar. O puede que realmente, pase de todo
esto.
sábado, 9 de febrero de 2013
Agridulce
Esa noche sobraron los motivos. Aún así no pude hacer otra que escucharte en silencio y tratar de robarte alguna que otra mirada. Me senté en el suelo helado y mi sonrisa se deshizo tan rápido que ni siquiera pude darme cuenta. Callé por tanto tiempo que los labios se me acabaron secando. Y tú seguías ahí, como siempre, con la mente en otro sitio. Quizá por eso te observaba en silencio. Para que pudieras seguir soñando despierto. A mí también me hizo falta mandar mi mente muy lejos de aquel lugar.
La noche avanzaba a un ritmo acelerado. Los relojes me
clavaban sus agujas en el pecho. El tiempo estaba decidido a hacerme perder la
razón, pero tú ya habías conseguido quitarle esa opción. Y qué más da;
después de todo si tienes en tus manos mi mente probablemente la convenzas de
salir corriendo para no volver a verte nunca. Y eso es lo único que me duele.
Lo demás ya no me importa.
Reconozco que me sentí única y una más al mismo tiempo. A
lo mejor, no debí pensar tanto y actuar más. Podía haberme sentado junto a ti y
haber empezado una conversación. Pude salir corriendo bajo la lluvia que mojaba
el exterior desde hacía un rato. Y sin embargo, decidí quedarme para que
lloviera también dentro de aquel lugar y volverlo agridulce...
De nuevo volví a ser esa criatura pequeña y estúpida la cual, sin saber muy bien por qué, tiembla y a la que se le olvida hablar. Necesitaba decir tanto
y se quedó en tan poco. Sé que eso ya viene siendo costumbre en mis encuentros
contigo. Y tú me soportas; eso es lo único que me hace quedarme. Aunque quizá
debiera salir corriendo para no volver y dejar de molestarte de una puñetera
vez. Pero algo de cariño debes tenerme o por lo menos eso me gusta pensar.
Y cuando me tocó volver a casa me dediqué a buscar las
estrellas que se escondían tras las nubes que hacían que aquella noche fuera
aún más oscura. Pero aún así la seguiré recordando con cariño. Supongo que no
debería pararme a pensar en lo que pudo ser y no fue… y no será. Me gravé esas
palabras en la piel hace ya un tiempo. Pero no termino de asimilarlo y quizá
ese es mi único y verdadero problema…
Las guerreras de rosa
Ayer tuve el inmenso placer de conocer a unas mujeres increíbles que me enseñaron a ver la vida desde un punto de vista distinto. Este es mi pequeño homenaje para esas guerreras de rosa.
Llegué con mi tía al teatro donde iba a tener lugar la
gala benéfica en la que ella iba a participar. Me pidió el favor de hacerles
unas cuantas fotografías a ella y a sus compañeras. Aunque el espectáculo no comenzaba
hasta las nueve de la noche, decidí acompañarlas desde las cuatro de la tarde
en esa experiencia tan nueva para ellas como para mí. Quería conocerlas; sabía que serían increíbles.
Entramos al teatro por una de las entradas laterales que
daba al escenario y los camerinos en los
que se iba desarrollar el acto. Mi tía estaba muy ilusionada y eso me hacía
sentir bien; lo cierto es que si ella estaba feliz yo también. Cruzamos el
escenario que estaba lleno de técnicos y demás y entramos en el camerino en el
que se encontraban las demás mujeres con las que iba desfilar y a las que yo ya estaba impaciente por conocer.
Se las veía bastante nerviosas, pero al igual que mi tía,
con una enorme sonrisa y una ilusión tremenda. Entré medio cortada con la
cámara en las manos. Y en cuanto terminaron las presentaciones, me convertí en
una más. Me sentía tan bien allí con ellas. Todo era de todas y además, no paraban las bromas y los chistes. Aunque también hubo momentos en los que el ambiente se
entristecía un poco. Cuando empezaban a contar su experiencia y el dolor que
sintieron. Sus ojos se apagaban un poco cuando recordaban esos malos momentos,
pero volvían a brillar en cuanto sus sonrisas aparecían. Sentía que nada ni nadie
podría con ellas.
Esa noche, cuando todo estaba listo y después de varios ensayos, ya sabían perfectamente lo que tenían que hacer así que, al desfilar ante la gente, se sintieron preciosas, aunque ya lo eran sin
arreglar. Y yo, me sentí inmensamente orgullosa de verlas en el escenario sonriendo
de la forma que lo hacían. Tuve la oportunidad de conocerlas y de conocer sus
historias. De comprender sus sentimientos y de llegar a sentir su miedo, pero
también la valentía que tuvieron al enfrentarse a ese gran problema que todas sufrieron hace ya un tiempo o hace poco...
Ellas han padecido cáncer de mama. Y sí, han sobrevivido
y son más fuertes que nunca. Sus sonrisas son verdaderas y capaces de hacer
sonreír a cualquiera que se tope con ellas. Son unas supervivientes de la vida;
de la enfermedad que les llegó sin avisar. Viven cada día con intensidad y
saben que la vida es el mejor regalo que existe. Ellas son las guerreras de
rosa y no está en sus planes rendirse.
jueves, 7 de febrero de 2013
Confesiones de aquel frío invierno (Parte 1)
Nos alejamos un poco y me miraste a los ojos; no dejabas de hacerlo. Y yo me empeñaba en apartar la mirada y enrojecer mientras se me escapaban sonrisas vergonzosas de entre los labios. Debí cogerte de la mano y salir corriendo a donde nadie pudiera vernos. Quizá te hubieras quedado en blanco o hubieras sabido perfectamente lo que estaba pasando. Y al llegar a un lugar apartado me habría acercado muy lentamente a ti y al toparme contigo, mi cuerpo habría empujado al tuyo hacia atrás. Entonces habría clavado mi mirada en tus ojos y habría bajado la vista hasta acabar mirando a tus labios. Y te habría plantado un beso o puede que al darte cuenta de mis intenciones hubieras decidido tomar la iniciativa y acercarte tú. Por soñar que no quede…
El caso es que no pude pensar con claridad mientras volvía a mi aburrida monotonía en la que tú no estás y en la que tus abrazos son lo único capaz de salvarme.
sábado, 2 de febrero de 2013
Con los pies en la tierra
Simplemente salí corriendo. Me ahogaba y sabía que fuera
soplaba con fuerza el viento. Era inevitable que tarde o temprano, necesitara
una o varias caladas de ese aire tan puro que se respira fuera de las ciudades.
Sentir la naturaleza tampoco me venía nada mal.
El cielo estaba cubierto por nubes que se movían
demasiado rápido. El viento me empujaba. Oía como golpeaba contra
todo lo que se ponía en su camino. Era un sonido ensordecedor y parecía
peligroso quedarse por allí, pero cerré los ojos y respiré. Comencé a andar por
un camino mojado y con cada paso notaba como me costaba dar el siguiente. Con
los pies llenos de barro y los labios cortados por el frío, seguí avanzando.
Me venían a la cabeza letras de canciones que trataba de
reproducir en forma de algo parecido a cantar; muy bajito, como un susurro
triste. Recordaba lo lejos que estaba ahora de mi rutina de luces artificiales
y eso me consolaba un poco.
Miré al cielo y me di cuenta de que los pájaros se habían
escondido. Eran demasiado frágiles y ese viento les haría daño. Yo tampoco
podía abrir las alas...
viernes, 1 de febrero de 2013
Besos con superpoderes
Tú tuviste dudas. Empecé a darme cuenta de que no solo
era yo la que contaba con la inseguridad como inquilina. No era la única en
preguntarme mil cosas, en reflexionar una y otra vez sobre nosotros. Y sé que
no debería decir “nosotros”. No ha habido nunca nada. Supongo que nos movieron
otros intereses y que aunque el amor no triunfe siempre quedarán restos volando
a nuestro alrededor.
Me gustaría pedirte que no me olvides. Yo no pienso dejar
que tu recuerdo caiga en el olvido. Aunque me vaya, aunque pase el tiempo, aquí
estaré. Puede que no esté esperando y hasta puede que el fuego se haya apagado;
por favor, si eso pasara, enciende las cenizas. Mírame y entonces dime lo que
sientes. Tú ya sabes de sobra lo que me sucede al contacto con tu piel. Y
siento tener que dar esa imagen de indiferencia, de tonta; que ni siquiera
puedo articular palabra y si logro hacerlo me quedo con esas sensación de
pensar que te podría estar hablando horas y horas y no soy capaz ni de decirte
un uno por ciento de lo que pienso. Y aunque me alegre de verte, siempre me
queda esa impotencia de pensar que no puedo. Me acabo martirizando sobre si soy
una niñata que no sabe lo que quiere, pero eso no es cierto; te lo puedo
asegurar. Te quiero a ti.
Es entonces cuando
llegan las noches grises y frías en las que la tristeza se convierte en el
estado de ánimo habitual. Pongo algo de música y trato de arrancar unos versos
al dolor. Y no sé cómo, me salvas. Consigues rescatarme de ese círculo vicioso
en el que solo me hundo y me hundo cada vez más. Tiras de mí con fuerza y me
sacas de ese pozo sin fondo al que caí sin remedio. Eres ese superhéroe del que
se habla en los comics y en las películas. El que cuida, el que protege, el que
con un solo abrazo es capaz provocarme una sonrisa que dura semanas.
Con todo esto no trato de decir que mis dudas hayan
desaparecido; al contrario. Quiero esperar, sentir, descubrir; quiero mil
cosas. Pero empiezo a darme cuenta de que tú vas a estar presente en mi mente
en cada paso que dé. En cada palabra que escriba. En ese dolor en los labios
que me provoca el no poder besarte. Pero supongo que aún debo aprender y vivir
bastantes cosas antes de plantarme frente a ti y poder decirte que ya no soy
esa niña pequeña, que crecí y que pienso darte un beso con superpoderes; de esos
que son como tus abrazos, capaces de crear sonrisas verdaderas y de hacernos
volar.
miércoles, 30 de enero de 2013
Sabor a óxido
Fui sintiendo poco a poco como las plumas que antes
recubrían mis alas empezaban a caerse…
Durante noches lloré de impotencia mientras caían al
suelo. Intentaba recogerlas para guardarlas en un lugar seguro, pero al
contacto con mi piel se deshacían en cenizas que acababan siendo arrastradas
por el viento. Ahora ya no queda ninguna, y la estructura que las sostenía se ha
vuelto de hierro solo para oxidarse y destrozar mi espalda.
No me quedan fuerzas suficientes para moverme,
probablemente mi esqueleto también se esté transformando y no puedo con el peso
de mi propio cuerpo.
Mi alma, sencillamente, se fue con las plumas que ya no
están.
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