martes, 26 de febrero de 2013

Mil y una vueltas


Me despierto en medio de la noche. Camino sin una dirección y un sentido aparentes. Simplemente, necesito avanzar. Me da por pensar en ti. Quizá ya estés dormido o puede que no… no me quiero martirizar demasiado sobre lo que haces o dejas de hacer por las noches. Está claro que la que debería estar durmiendo soy yo. Pero aún así, no puedo. Doy mil vueltas en la cama. Acabo mirando al techo y dando un gran suspiro: me destapo. Hace frío en esas madrugadas solitarias; más que de costumbre. Pero me siento en el suelo y me encojo. Apoyo la cabeza en las rodillas y cierro los ojos mientras me pierdo en mis pensamientos…

Las sombras se asoman por las puertas y ventanas, por las escaleras o por cualquier rendija. Me observan en silencio. Decido no romper ese fino hilo hecho de ausencia de sonido y me quedo inmóvil, sin hacer ningún ruido durante un rato. Pero empiezo a notar demasiado el frío; sobre todo en mis pies descalzos y decido volver a la cama. Allí vuelvo a dar mil y una vueltas.

El sueño no llega, y si llega, es para soñar despierta. De todas formas, esta situación no me sorprende. Y la inspiración suele llegar cuando el sueño no lo hace…

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