Ayer tuve el inmenso placer de conocer a unas mujeres increíbles que me enseñaron a ver la vida desde un punto de vista distinto. Este es mi pequeño homenaje para esas guerreras de rosa.
Llegué con mi tía al teatro donde iba a tener lugar la
gala benéfica en la que ella iba a participar. Me pidió el favor de hacerles
unas cuantas fotografías a ella y a sus compañeras. Aunque el espectáculo no comenzaba
hasta las nueve de la noche, decidí acompañarlas desde las cuatro de la tarde
en esa experiencia tan nueva para ellas como para mí. Quería conocerlas; sabía que serían increíbles.
Entramos al teatro por una de las entradas laterales que
daba al escenario y los camerinos en los
que se iba desarrollar el acto. Mi tía estaba muy ilusionada y eso me hacía
sentir bien; lo cierto es que si ella estaba feliz yo también. Cruzamos el
escenario que estaba lleno de técnicos y demás y entramos en el camerino en el
que se encontraban las demás mujeres con las que iba desfilar y a las que yo ya estaba impaciente por conocer.
Se las veía bastante nerviosas, pero al igual que mi tía,
con una enorme sonrisa y una ilusión tremenda. Entré medio cortada con la
cámara en las manos. Y en cuanto terminaron las presentaciones, me convertí en
una más. Me sentía tan bien allí con ellas. Todo era de todas y además, no paraban las bromas y los chistes. Aunque también hubo momentos en los que el ambiente se
entristecía un poco. Cuando empezaban a contar su experiencia y el dolor que
sintieron. Sus ojos se apagaban un poco cuando recordaban esos malos momentos,
pero volvían a brillar en cuanto sus sonrisas aparecían. Sentía que nada ni nadie
podría con ellas.
Esa noche, cuando todo estaba listo y después de varios ensayos, ya sabían perfectamente lo que tenían que hacer así que, al desfilar ante la gente, se sintieron preciosas, aunque ya lo eran sin
arreglar. Y yo, me sentí inmensamente orgullosa de verlas en el escenario sonriendo
de la forma que lo hacían. Tuve la oportunidad de conocerlas y de conocer sus
historias. De comprender sus sentimientos y de llegar a sentir su miedo, pero
también la valentía que tuvieron al enfrentarse a ese gran problema que todas sufrieron hace ya un tiempo o hace poco...
Ellas han padecido cáncer de mama. Y sí, han sobrevivido
y son más fuertes que nunca. Sus sonrisas son verdaderas y capaces de hacer
sonreír a cualquiera que se tope con ellas. Son unas supervivientes de la vida;
de la enfermedad que les llegó sin avisar. Viven cada día con intensidad y
saben que la vida es el mejor regalo que existe. Ellas son las guerreras de
rosa y no está en sus planes rendirse.
Preciosa entrada. Para mí tiene mucho significado porque lo he vivido de cerca. Y tengo la suerte de poder leer la entrada y no llorar. En todo caso, emocionarme. Y agradecer millones de veces el llegar a mi casa y encontrarme a mi madre.
ResponderEliminarSé que tu madre también es una guerrera de rosa ;) Y me alegro de que te guste. La verdad es que yo también me emociono bastante, ya sabes que soy muy llorona. Jamás se me olvidará la sonrisa de mi tía al salir de quirófano para animarnos, ni las sonrisas de estas mujeres maravillosas con unas ganas de vivir y unas fuerzas dignas de admiración. Un besazo :)
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