Y allí, posado en aquella mágica terraza se encontraba el
fuego, durmiendo en el interior de una muchacha. Como tratando de protegerse del inmenso mar
que lo rodeaba se acurrucó y se cubrió con delicadas sedas anaranjadas que se
confundían con su cabello; dando así a entender su presencia.
El sol daba aún cobijo a sus llamas en un atardecer
eterno; mientras, una pequeña adelfa anunciaba su largo sueño. El vestido que
adornaba su piel parecía estar hecho con el fino hilo que distingue al que mientras
duerme se adentra en un sueño profundo del que ya no se encuentra en el mundo
material. Y a través de la transparente tela, lograba verse su figura y puede
que hasta sus pensamientos:- "recostada sobre mis sueños; pensando en cómo despertar,
siento como me quema ese fuego que duerme en mi interior."- O quién
sabe lo que su apagada voz podría contar: quizá, ese calmado rostro ocultaba un
gran amor o tal vez, era la musa de algún artista afortunado que encontraba la
inspiración en su mirada ardiente inapreciable ahora por su descanso. Puede
incluso, que causara dolor a quienes se acercaran a ella o que fuera ella la que
sufría por alguien.
Esa maga capaz atraer con la luz de su piel a aquellos
que no encuentran su camino y
devolverlos a la vida con un suave beso, es el fuego. Basta con sentir su
presencia para notar un leve escalofrío, sonreír y darse cuenta de que su sola
existencia es la que provoca que la nuestra tenga sentido…
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