Volví a caminar sola por la ciudad, con el ánimo
empapado y la sangre congelada. El tiempo había pasado y los sentimientos no se
había deshecho, pero sí habían sufrido transformaciones importantes. Amor... el
amor se había enfriado, ¿cómo iba a mantener la llama encendida si el viento y
la lluvia arremetían contra mí?; las migajas de amor no sirven para encender
hogueras y ya ni quiero ni puedo mantenerlas encendidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario