martes, 21 de enero de 2014

Frío en la sangre

Volví a caminar sola por la ciudad, con el ánimo empapado y la sangre congelada. El tiempo había pasado y los sentimientos no se había deshecho, pero sí habían sufrido transformaciones importantes. Amor... el amor se había enfriado, ¿cómo iba a mantener la llama encendida si el viento y la lluvia arremetían contra mí?; las migajas de amor no sirven para encender hogueras y ya ni quiero ni puedo mantenerlas encendidas.

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