Ya me cansé de jugar. De
jugar a que todo esto era real. De creer que eras lo mejor que me había pasado.
De estar tan ciega. Viví creyendo que el hecho de que te cruzaras en mi camino fue
lo mejor que me había pasado. Realmente pensaba que tenía una suerte enorme,
que todo saldría bien, que algunos baches eran normales... Me convencí a mí misma
de que debía conservar ese amor por encima de todo y si algo se torcía me
culpaba: "tonta, ¿qué va a pensar él de ti?" Y hoy digo: "¿qué
coño me importa lo que piense de mí?"
Y sí, realmente creí que
eras lo mejor que me había pasado, no podía estar más equivocada. Pero hoy, hoy
veo; hoy salgo de esa maldita oscuridad, hoy soy consciente de que si me
inspirabas era porque no eras bueno para mí. Claro, ¿cómo he podido estar tan ciega?
Pero no, las lágrimas ya ni acuden a mí, y no por falta de ellas, sino porque
no me da la gana derramar una sola lágrima más por alguien que solo jugaba
conmigo. Eso he sido, un juguete, por no darme mi valor, pero ¿sabes? Ya estaba
rota, una grieta más no me va a afectar. Y sí, soy consciente de que este golpe
no solo me ocasiona una grieta, pero a tomar por culo el victimismo, hoy estoy
íntegra.
¿Acaso se ha preocupado de mí?
Le ha importado una mierda cómo me sintiera. No es gilipollas, se daba perfecta
cuenta y sabía lo que hacía y lo que no. Pues bien, me costó mi trabajo, pero
hoy puedo decir: "¡qué te den!" Ya no me voy a arrastrar más, ya me
he dado mi valor y me he liberado. No hay más ciego que el que no quiere ver, y
por suerte o por desgracia yo ahora veo perfectamente.
Nada de compadecerme de mí,
nada de pensar que nunca más podré remontar el vuelo, nada de verme como a la
peor escoria del mundo. No, no es verdad, no soy una mierda, ni una muñeca
rota. Soy yo, simplemente yo y tengo más ganas de volar que nunca. Hoy no voy a
escapar, hoy no voy a martirizarme ni a hundirme. Ni que fuera gilipollas. Hoy
soy consciente del valor que tengo, hoy sé que creerme una mierda no me sirvió
de nada, hoy me veo como soy: alguien que cree que puede volar alto si se lo
propone, que no se para por un desengaño, que lucha por lo que quiere y tú ya
no estás entre esas cosas. ¿Que si dueles? Claro, pero dejarás de hacerlo y lo
sé porque ahora lo veo todo claro.
Será que soy más mayor o que
ya me tocaba aprender o quizá es que estoy demasiado quemada, pero hoy puedo
decir: "¡qué te vaya bonito!", sabiendo que mañana no me arrepentiré
ni volveré arrastrándome. El suelo no es para mí, y hoy voy a volar.
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