Ni que no supiera lo que tengo dentro del pecho; aún no
lo he olvidado, sigue latiendo. Y últimamente no sé qué le pasa, supongo que
tiene miedo, que echa de menos, que piensa que está solo. Me he dado cuenta de
que hay personas que se fueron y ni si quiera me despedí. Personas que no creía
que se irían de mi vida, pensé siempre estarían ahí. Resuenan los
"adiós" silenciosos en mi cabeza, me desgarran por dentro. Empiezo a
pensar, joder, que hasta soñé con una de esas personas, con una amiga, con
alguien que lo pasó mal; soñé que la abrazaba y rompía a llorar. Entonces
desperté y me sentí la peor escoria del mundo. ¿Será mi culpa que todas esas personas
se hayan ido?
Empecé a sentirme más sola que de costumbre. Resuenan aún
más fuerte en mi cabeza las preguntas: "¿qué cojones piensas hacer?"
Como si lo supiera, como si el miedo no estuviera ahí, como si todo fuera como
al principio; no joder, nada está bien, nada está como al principio. Te vas
rompiendo poco a poco hasta que no quedan nada más que trozos ensangrentados y
cenizas. Te sientes como una muñeca rota y pareces fría, como si nada pudiera
hacerte daño... nada más lejos de la realidad. Realidad, sí, la que te golpea
en la cara cuando crees que eres feliz, cuando crees que nada puede hacerte
daño y eres tan estúpida de pensar que si vuelas no te vas a caer.
Y aún me siento
peor al ser consciente de que estoy así, de que me sigo sintiendo mal
aunque lo disimule. Ya estoy tan harta de hablar de sonrisas rotas, no, no es
el momento; no quiero. Resuenan más cosas en mi cabeza: "¿qué es lo que
quieres, de qué tienes miedo?" Y entonces no sé si echarme a llorar o
arder de la rabia. Y las lágrimas apagan el fuego y me vuelvo a quedar fría,
como si no me importara, como si no me estuviera doliendo. Esa no soy yo...
Y me refugio en escribir, en leer, en dibujar, en ver mil
pelis, en escuchar música y cerrar los ojos bien fuerte mientras ahogo los
gritos que vienen desde dentro. Como si así no los oyera, como si doliera
menos... Ingenua.